viernes, 27 de abril de 2012

EL PERRO Y LOS NIÑOS.


EL PERRO Y LOS NIÑOS.

Una de las relaciones que más contrastes tienen, son la de los niños y los perros. Todos conocemos hermosas historias de perros que aman a sus amos-niños, que los cuidan, que no se separan de ellos. Conocemos muchos niños que aman a sus perros y harían cualquier cosa por ellos, vaya que lo sé, yo fui un niño de esos. Sin embargo la moneda también tiene otra cara y también hemos escuchado tristes historias de niños mordidos y atacados por perros, de niños que después de molestar al perro fueron agredidos, y de niños que maltrataban al perro al amparo e indiferencia de sus padres.  En Estados Unidos la mayor cantidad de casos sobre reportes de mordidas son a niños, se calcula que al año son mordidos 2 millones de personas, la mayoría de estos son infantes solo. Debemos de preguntarnos el porqué de estas reacciones.
El perro se comunica con el humano básicamente a través del lenguaje corporal, de esta manera ellos pueden conocer perfectamente nuestras intenciones para con ellos, saben si un adulto humano es hombre o mujer (macho o hembra), ya que el olor de testosterona o progesterona es fácilmente detectado por sus agudos olfatos.  Entonces qué pasa con los niños, en que categoría entran ellos, ya que no huelen aun a feromonas ni masculinas ni femeninas, su lenguaje corporal es errático y todas las señales que envían son confusas, su comportamiento es inestable, gritan, corren, brincan, y hacen lo que cualquier niño hace. Evidentemente el perro no se siente, por lo menos en un principio, del todo confiado ante la presencia del niño, no sabe si lo va a lastimar, o si se aproxima a darle una caricia o le caerá encima o lo pisará, etcétera.
Si tenemos un perro que en su período de socialización no convivio mucho con niños pues este comportamiento se convierte en un peligro latente, y por tanto, los únicos que podemos hacer algo para que ese peligro desaparezca somos nosotros los adultos, con nuestra superioridad mental y como especie dominante, debemos de poner un orden y unas reglas de juego en la nueva relación que se está desarrollando entre el niño y el perro.
Es fundamental marcar los límites de la convivencia, ni al perro le permitimos ciertas conductas con el niño, ni tampoco le permitimos al niño que haga lo que desee con el perro. Debemos de enseñar a nuestros niños el respeto hacia los animales, es importante dejarles en claro que no se trata de un juguete, que es un ser vivo que siente, piensa y actúa. Podemos comenzar con nuestros hijos a enseñarles que tener un perro se trata de responsabilidad ya que hay que alimentarlo diario, bañarlo continuamente, cuidarlo, pasearlo, le enseñamos a ser respetuoso del animal, permitiéndole descansar mientras duerme o se canse del juego, dejarlo comer tranquilo, a no jalarle la cola ni hacer nada que pueda lastimarlo. Debemos de enseñarle a los niños a que “entrenen a los perros”, que el niño también emita ordenes y comandos y que lo premie con comida, juego o caricias cuando el perro obedezca.
La relación de perro-niño puede ser una de las mejores experiencias en la vida de un niño, es trascendental en el sentido de desarrollo humano y psicológico, sin mencionar que seguramente tendremos a un nuevo amante de por vida de los canidos u otros animal.  En un mundo que glorifica las cosas materiales, es necesario retomar estos valores de amor y respeto por la naturaleza y la enseñanza comienza en casa, con la familia, con uno mismo. Una mala experiencia con un perro puede significar un gran problema en la vida del niño, un miedo, un trauma y una animadversión por la especie. Hay que tener mucho cuidado. Siempre debemos de supervisar la relación, separa las especies, esto es el niño es integrante de la familia humana y por lo tanto deberá de tener una mayor jerarquía sobre el perro, y para ello el perro no podrá hacer lo que se le antoje, no deberá dormir en la cama con el niño, ni comer mientras el come, y demás. Hay que hacer que las normas y las reglas se respeten en todo momento, tanto para el perro como para el niño.

RODRIGO SALAZAR T.

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