Hoy en día en el círculo
académico de etología y de entrenadores preparados y profesionales, está muy en
boga, el método de educación o entrenamiento en positivo. Esto es instaurar en
el perro determinadas órdenes o comportamientos ante los cuales se produce una
recompensa o un premio. Por otro lado nos encontramos también con aquellos que
defienden la tesis del castigo como modo de entrenamiento, y aquellos que,
ignorantes del tema, suponen que todo comportamiento del perro se debe a una
sola causa: la dominancia. Cuando nos topamos con algún perro desde el punto de
vista de paciente (Consulta etológica) o bien de alumno (Adiestramiento),
primero debemos de hacer un análisis exhaustivo del perro, de su entorno, de
sus años de cachorro y juveniles, su historial clínico, así como de su relación
con el humano y con otros de su especie. De esta manera nos formamos un panorama
mucho más amplio del individuo que tenemos enfrente. Pensar que todos los
perros son lo mismo, es un gran error, hay generalidades claro está, pero
también hay individualidades. Entre los factores que podemos observar será el tipo
de individuo con el que próximamente vamos a trabajar, si es un individuo
miedoso, agresivo, juguetón, o bien si su nivel de tolerancia es alta, si se
frustra rápidamente, si titubea o es seguro de sí mismo, entre otros.
En base a este
conocimiento (por supuesto se escribe mas fácil de lo que es) podemos planear
el tipo de tratamiento que vamos a seguir o bien del entrenamiento que vamos a
aplicar, esta es la manera correcta, profesional y ética de hacerlo, según mi opinión.
De la misma manera en la que un niño se opondrá a asistir a la escuela si en
ella encuentra violencia o malos tratos de la misma manera el perro evadirá las
sesiones de entrenamiento si en ellas encuentra castigos, (patadas en un
costado, golpes entre las costillas, alpha roll over, sujeciones entre las mandíbulas,
jalones de correa indiscriminados, espray con agua o vinagre, confrontaciones, etcétera)
de tal suerte, que lejos de adiestrar o tranquilizar al perro, lo estaremos
llevando a un terreno donde la agresividad se incrementa, de la misma manera en
la que las personas golpeadas o violentadas repetidamente tienden más a la
agresividad. Las facultades de Veterinaria y Psicología de la Universidad de Pensilvania,
comprobaron que el uso de métodos aversivos y violentos durante el entrenamiento,
incrementa considerablemente la agresividad. El perro responde de manera
negativa ante métodos negativos.
Entonces ¿Cómo debo de
corregir a mi perro? Las correcciones siempre se deben de hacer en proporción a
la falta cometida del perro (es muy importante saber cuando realmente es un
comportamiento negativo) y de manera siempre autoritaria pero tranquila. Es
fundamental siempre dejar en claro que es lo que puede hacer y que no puede
hacer, cuando el perro haga algo bueno tendrá una recompensa, cuando haga algo
no tan bueno o malo, recibirá un NO, será separado del grupo durante un tiempo,
se detendrá toda actividad con él, entre otras. Pero lo más importante es que
nuestra autoridad sea inquebrantable y coherente sobre todo, no podemos ser
comodines, “un día hago esto y otro día hago lo otro”, improvisar en la
educación y en el entrenamiento es la peor estrategia, independientemente que
es una bomba de tiempo.
Ahora bien respecto a
la dominancia, he escuchado mucho los términos “si entra primero que tu es
dominante, si camina delante de ti es dominante, si gruñe, ladra, muerde,
marca, duerme, despierta, respira, come, es dominante….” Por supuesto este análisis
además de equivocado, muestra una supina ignorancia en el comportamiento
canino. Predispone al humano a una relación donde el conflicto físico y emocional
con el perro se vuelve una constante. No digo que el perro no debe de ser
jerarquizado desde el primer día que está con nosotros, pero la implementación
de la autoridad y el famoso liderazgo nada tiene que ver con patadas, sonidos y
posturas amenazadoras o bien desafiantes. Lejos de lo que se cree los
individuos dominantes, los “líderes”, son tranquilos, seguros de sí mismos, autoritarios
e imponentes. Las diferentes conductas “anormales” que se observan en un perro,
no necesariamente están ligadas a una debilidad por parte del humano y a una
supuesta superioridad por parte del can. Existen muchos factores que pueden
provocar la aparición de problemas de conducta en el perro, pensar que el génesis
de todos ellos es debido a la dominancia, es tan erróneo como afirmar que todos
los humanos lloramos por las mismas causas o motivos.
Por último propongo a
todos los dueños de perros que eduquen correctamente a sus mejores amigos,
siempre bajo la línea del respeto, la autoridad serena, y la coherencia tanto
en el trato como en las órdenes y reglas. Que en caso de tener problemas en
casa se acerquen a verdaderos profesionales en comportamiento y conducta canina.
Si queremos ser los verdaderos líderes debemos de predicar con el ejemplo, un
ser humano que pega, patea, jalonea y pelea…es un individuo inestable, y a
quien no vale la pena seguir.
RODRIGO SALAZAR T.